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A las 6 y pico

Stuffen

CONTINUACIÓN DE KNOCKING ON HEAVEN´S DOOR

CONTINUACIÓN DE KNOCKING ON HEAVEN´S DOOR Cara que se le queda al personal de tierra al toparse con este tipo de pasajeros

d) El pasajero tonto:

Este tipo de pasajero es el típico que no se entera de nada, le tienes que decir cinco veces aquello de que en puerta de embarque se le volverá a pedir el carnet ("¿quéee?, ¿quéee?); te pregunta los porqués de todo, intenta que le cuelen 15 kgs como equipaje de mano, cuando está terminantemente prohibido por su peligrosidad (si se le llegara a caer a alguien en la cabeza allá arriba en el avión...). Llevan botellas de vino en el equipaje que facturan (tampoco se puede) y no comprenden que se las hagas sacar. Te hacen mil preguntas ("¿a qué hora sale el avión?", "¿y no lleva retraso?", "¿por dónde se embarca?", "¿a qué hora llegaremos a destino?", etc...), al tiempo que intentas concentrarte en facturarle correctamente, de manera que retrasan al máximo la dichosa facturación.

Yo diría que en realidad, la falta más grave, o la señal que mejor pueda identificar al pasajero tonto, es el hecho de que se confunda de mostrador a la hora de ir a facturar.

Resulta que en un aeropuerto pequeñp, como pueda ser el de mi isla, cada mostrador viene acompañado de una pantalla o monitor, situada en la parte superior del mismo, en la que, aparecen bien claritos los siguiente datos:

- Compañía con la que vuela
- nº de vuelo
- Destino
- Hora de salida del vuelo

A parte de todo, hay que decir que entre la larga hilera de mostradores de las diferentes compañías, se encuentran dos paneles, perfectamente alternados, donde constan los detalles de salida de cada vuelo, así como los números de mostradores a los que deben ir a facturar según sea el destino (¡NO TIENE PÉRDIDA!).

Creo yo, que ante tanta información, no es tan difícil tarea la de acudir a facturar al mostrador adecuado, ¿no?

PUES ASÍ Y TODO, siempre existe algún pasajero que, yendo a Granada (por ejemplo), se pone a hacer cola en el mostrador del vuelo a Sevilla (que no es lo mismo, ni siquiera se parecen los nombres entre sí), en cuya pantalla pone bien clarito y en letras enormes aquello de "SEVILLA, VUELO 2496". Para colmo de males, no se puede decir que, durante ese amplio espacio de tiempo en que ha estado haciendo cola el señorito, no haya tenido tiempo más que suficiente de apercibirse de su error.

Así es como ocurre que, en un momento de gran rapidez; entre los nervios, las prisas por cerrar el vuelo a tiempo, la falta de experiencia del facturante, así como lo pequeños que son los dichosos billetes de TOUROPERADOR y aún más su letra impresa; se termine por facturar en el vuelo de Sevilla, a un pasajero que en realidad iba a Granada (OH, MY GOD), siendo enviadas sus maletas, por supuesto, a Sevilla y olé.

Ustedes se preguntarán: ¿QUÉ ES LO QUE OCURRE EN PUERTA DE EMBARQUE?
Pues que al pasajero tonto por fin se le encienden las luces y, ahí sí es capaz de dilucidar cuál es la verdadera puerta de embarque que le conducirá a su Granada querida (milagro).

Tarde o temprano, los compañeros se acaban por dar cuenta de que ese granaíno lleva una tarjeta de embarque equivocada, mientras que, los que están ambarcando el vuelo de Sevilla al mismo tiempo, se están volviendo locos porque LES FALTA UN PASAJERO por puerta (¿será un terrorista?). Pues venga a hacer avisos nominativos por megafonía y que nada, oye.

¿Habrá retraso?
¡Por supuesto que habrá retraso!, ya que el momento en que se destapa todo el error, es el momento en que hay que buscar la dichosa maleta del pasajero bobo, entre las otras 300 maletas (nada menos) del resto del pasaje, para así, poder bajarla del avión que se dirigía a la cuidad de la Giralda y la Torre del Oro y meterla en el de la ciudad de la Alhambra.
¡OZÚ! ME CANSO SÓLO DE ESCRIBIRLO.
Por supuesto, el retraso se acaba achacando a facturación, con lo que ese "departamento" pierde puntos como quien dice.

¡PERO NO SE CREAN! EXISTEN CASOS MUCHÍSIMO MÁS GRAVES.
Hará cosa de 3 semanas atrás, una pasajera filipina se dirigía a sus islas de origen en un vuelo en conexíón. El trayecto era sencillo: MADRID-MUNICH/MUNICH-MANILA.
Pues no sé a qué tipo de mostrador se dirigiría la filipina en cuestión (al de Alicia en el país de las maravillas sería, porque si no, no me explico...), ni en qué estaría pensando el que la facturó en MADRID BARAJAS, pero la buena señora, aterrizó en el aeropuerto de Guacimeta, situado en una de las afortunadas islas Canarias (sí, afortunadas son las islas, pero lo que es ella...).

Todavía me imagino la cara de la señora al aterrizar sobre el singular paisaje que ofrece nuestra isla, pensando tal vez algo así como:
"Pues sí que está raro Munich en esta época del año".

Así y todo, la mujer se bajó del avión, preguntando por la puerta de embarque para Manila, ante el asombro de todo el personal de llegadas.
La cosa concluyó con lágrimas en los ojos de la pasajera y UN REGRESO a Madrid en el mismo avión que la trajo para acá.

Parece ser que la pobre mujer ni siquiera dominaba mucho el español o inglés, por lo que andaba más perdida que un pulpo en un garaje (igual se creyó que se trataba de una novatada, vaya usted a saber.)

*FRASES DE PASAJEROS TONTOS:

- ¿Otra vez el DNI? Si ya lo hemos enseñado al facturar.
- Pues me va a caducar el carnet de tanto enseñarlo.
- ¿Qué climatología hay en Granada?
- ¿Si me deja facturar en primera volaré en primera?
- ¿Iremos en el mismo avión que a la venida?
- ¿El asiento es el mismo que el del vuelo de venida?
- Si no llevo equipaje de mano, ¿por qué me cobra exceso?

Sin duda alguna, cuando terminas de facturar a este tipo de pasajeros, te dan ganas de decirles: "- Sí, ya sabemos como van a llegar a Sevilla, pero, ¿hasta Lepe cómo se lo piensan montar?

/Continuación de "Knocking on heaven´s door" o correcto por puerta, Mery.

/Continuación de "Knocking on heaven´s door" o correcto por puerta, Mery. c) LA LOCA:
Esta acude a facturar, por ejemplo, con un gorrión enjaulado. Por más que se le explique que "Espaner" sólo permite volar con perros o gatos, ella no lo comprende (ni siquiera le interesa) e intenta hacer lo posible por convencerte (como si servidora creara las normas de la compañía). Para más inri, acude a falta de quince minutos para el cierre de facturación, que es exactamente, el tiempo del que dispone para deshacerse del dichoso pájaro, o para que decida si le merece más la pena quedarse en tierra con su mascota. En el último minuto, la buena mujer continúa en las mismas, ya que "Aibiria" (compañía que sí le permitió traerse al pajarraco a la isla), le pide 300 euros por que vuelen ella y "Piolín"; mientras tanto, la touroperadora se desentiende y ella, la pasajera, no es capaz de liberar a "Willy" (o como quiera que se llamara el bicho). Entonces es cuando se desquicia del todo la mujer, la mente se le nubla y te comenta que va a meter el pajarillo en el bolso de mano, comentario que desearías no haber escuchado nunca.
Al final, la facturas haciendo oidos sordos a sus absurdas ideas, mientras no puedes evitar imaginar a la señora en el avión, abriendo la cremallera de su bolso de viaje para que el ave respire un poco, al tiempo que éste, consigue escapar armando la "marimorena" a bordo. Si encima, hay mala suerte (que a veces la hay), "Piolín" consigue llegar a la cabina del piloto, posándose en algún mando clave y causando una tremenda catástrofe (Dios no lo quiera).
Por tanto, en la puerta de embarque, la vuelves a preguntar qué es lo que hizo con su mascotilla, a lo que ella te responde, cómo no, que lo ha regalado...

Lo más cómico de todo: Imaginarse la cara de los vigilantes de seguridad al ver el esqueleto de un pajarillo en el interior de uno de las bolsos de equipaje de mano, en el momento en que la loca pasa los controles.

*****Continuará...*****

"Knocking on heaven´s door "o correcto por puerta, Mery

"Knocking on heaven´s door "o correcto por puerta, Mery Porque últimamente me pagan por jugar a hacer de San Pedro, eso sí, uniformada, con idiomas, guapeada y con tacones y pendientes de perlas... Siento que tengo la obligación de relatarles algunos detalles de mi tan curioso trabajo.
Sí, no se sorprendan de que me compare con San Pedro, ya que él, se supone que está a las puertas del cielo, decidiendo quién entra y quién no; mientras nosotras, las azafatas o personal de tierra, facturamos a los pasajeros para permitirles, en el posterior embarque, subir allá arriba, a "los cielos". Y sí, llegado el momento o la circunstancia, estamos capacitadas para decidir quién vuela y quién no vuela. Aunque a veces, (las menos), de lo que verdaderamente nos dan ganas, es de mandarlos al infierno, o directamente al cuerno.

Si bien, la mayoría del pasaje lo constituyen personas educadas y simpáticas, que te agradecen abiertamente tu amabilidad, te sonríen o regalan algún piropo sano e inofensivo, no se puede eludir el hecho de que viajar en avión ya no es lo que era, ya que los trayectos aereos cada están cada día al alcance de más bolsillos, perdiéndose por el camino la exclusividad y categoría de las que poseía el pasajero de antaño.
Si me propusiera hacer un listado de los pasajeros, digamos, molestos, nos encontraríamos con:

a) EL LISTO:
Éste lo sabe todo de aviones, sin duda, más que tú (bueno, yo todavía no es que sepa tanto). Éste te pregunta si el avión es un MD o un Airbus, al tiempo que les explica los detalles de las configuraciones de dichos tipos de aviones a sus amiguitos, te exije salida de emergencia, sea o no sea el candidato idóneo a ocupar dicho puesto y no te deja concentrarte en tu trabajo con tanta charla...

b) EL LIGÓN:
Te sonríe más de la cuenta, intenta que la facturación se alargue más de lo necesario, haciéndote preguntitas, mientras la mujer soporta el tirón a su lado, más que estoicamente.
Una vez en la puerta de embarque, la mayor cercanía te permite oler el tufillo a alcohol que desprende.

Frases típicas:"Qué alta eres, en el mostrador no se apreciaba (a ver, señor, si estaba sentada...)"; "bueno, adios, hasta luego ¿eh?, que hasta luegooooo (esa "o" se le queda colgada porque no termina de bajar por el dichoso finger. Es como si esperara a que bajaras con ellos al avión, para así poderle atender también a bordo).

(Hay que decir que lo del alcohol es un poco peligroso en un avión. Éste último podía haberse quedado sin volar.)

CONTINUARÁ...

Introducción, conflicto y desenlace

Los inicios siempre son lo mejor. Uno inicia algo con toda la ilusión del mundo, sin ser capaz de concienciarse de que cuanto más alto se suba a las nubes, más dura será la caída, o de que lo bueno tiende a durar poco.
Nada como el primer amor, la primera vez, las primeras semanas de un noviazgo...
Yo tenía dos amigas. Una de ellas cambiaba de novio cada semana. La otra, digamos que tenía una vida menos "agitada". Cuando la de los "no-novios" se encontraba con la de los "novios-semanales", nos comentaba: - He visto a Raquel, ya está con un novio nuevo. ¡Me encanta la filosofía de esta chica, porque las primeras semanas siempre son las mejores, y ella sólo vive primeras semanas!
Por mi parte, intento no tejer con demasiada fuerza la tela de la introducción, aunque me resulta imposible, ya que no hay nada como estrenar ropa nueva, pisar la nieve blanca y reciente, los primeros días de clase...
Idealizo, imagino, espero, deseo.
Luego vienen los conflictos, que son conflictos de verdad.
Porque una agranda las cosas. Una gusta de meter el dedo en sus propias llagas, agrandar las heridas hasta hacer verdaderos boquetes.
El conflicto es el período de guerras. Nada tiene que ver con los momentos "rosas" de la introducción, en este siempre han de aparecer las sombras, las dudas, los celos, las manías. ¡Si no no sería conflicto!
Lo malo es que algunos profundizamos demasiado en el conflicto, arriesgándonos a quedar atrapados en él, tal vez por un oscuro y secreto deseo de visitar las mazmorras del castillo, de mezclarse entre la chusma y la podredumbre.
En cuanto al desenlace, me pregunto si en realidad existe. Porque sí, hay historias que acaban. Me imagino que los capítulos de la vida finalizan tarde o temprano, pero nada es definitivo hasta la muerte.

Reflexiones dominicales (V)

1 – Respuestas de los lectores

Me parece que merece la pena citar a las personas que respondieron a los temas planteados hace dos domingos (sí, de nuevo perdí un domingo para estas reflexiones, ganándolo, todo hay que decirlo, para otras cosas).

Sobre el humor:

“Y ¿qué hice? mantuve la compostura, saludé respetuosamente, salí muy seria del almacén y, ya dentro del coche, me desternillé de risa. Y entonces recordé mis ataques de risa juveniles. Vaya vergüenzas que he pasado! es que no concebía eso de "guardar la risa para después" , si algo era gracioso, lo era ahora. Y si me daba risa, me daba ahora. ¿guardar la risa para después? ¿cuándo aprendí a hacer eso? no sé, pero hace mucho. ¿Es esta risa tardía igual a la espontánea de la adolescencia? yo creo que no, yo creo que es sólo una pobre imitación.”
Nofret

No sé cuándo aprendemos a guardar la risa para después. Quizá cuando nos lo impone la sociedad, o cuando nos damos cuenta del poder destructivo de la risa. O ambas cosas. La risa puede quitarle la careta al mundo, descubrir el absurdo detrás de las convenciones de la sociedad, desnudar a los solemnes. Por supuesto, estas cosas están mal vistas, lo que no está claro es hasta qué punto uno mismo querría esos resultados. Estamos acostumbrados a llevar nuestra máscara, y tenemos miedo de descubrir lo que hay debajo. Sobre todo, porque quizá no hay nada.

“Bueno, yo sobre el humor literario tengo una teoría. Creo que existen vivencias, cosas, situaciones que realmente nos superan. Son demasiado, de una manera o de otra. Demasiado duras, demasiado sentidas. O tal vez inquietantes, sin que sepamos muy bien por qué.
Son como un cortocircuito.
Y creo que las "masticamos", mejor o peor, pasándolas por el tamiz del humor. Es una manera de actuar inconsciente, muchas veces.”
Sinfo

Estoy de acuerdo: la risa, de alguna manera, es una forma de entender el mundo, algo que no tiene nada que ver con la razón, pero que cumple la misma función: aceptar las cosas, asimilarlas. La misma razón es bastante risible, pero claro, la risa, como respuesta ante el mundo, no es razonable.

“Me viene a la mente un momento de mi vida, en el que estábamos cenando mis hermanas y yo junto a mi madre. Zenaida tendría 13 años, Alicia 9 y yo 12; sin saber por qué, nos miramos y nos pusimos a reir, no podíamos parar, aquéllo fue un ataque de risa en toda regla. Mi madre se iba enfadando, y nos gritaba que paráramos (no me extraña, su mosqueo debía de ser impresionante) y más risa nos daba a nosotras. Creía que de esa me moría de la risa. Fue bonito.”
Stuffen

Sin duda, lo fue. Y qué mejor prueba de que no hacen falta razones para reír. Y qué mejor prueba de que estas reflexiones son totalmente innecesarias.

Sobre el compromiso del escritor:

“El compromiso que yo siento cuando escribo es poder transmitir lo que estoy sintiendo, poder mostrar con la mayor fidelidad posible lo que estoy viendo en mi mente (no es que lo logre, sólo lo intento)y no sólo para los demás, también para mí.”
Nofret

Es interesante la distinción entre el compromiso con los demás, y el compromiso con uno mismo. En cualquier caso, el compromiso, para esta princesa egipcia, se presenta relacionado con la sinceridad. ¿Qué decir acerca de la literatura (o el arte en general) y su relación con la verdad? Sólo apuntar la paradoja inmemorial: buscamos la verdad en la pura invención, un reflejo de la realidad en lo que a su vez trata de separarse de ella...

“Respecto al compromiso, sí, se puede escribir sin intención de comprometerse; pero también es verdad que somos un producto de la sociedad en que vivimos y que eso se trasluce en nuestros escritos.”
Sinfo

Compromisos y risas, todo mezclado:

Esto me hizo gracia:

“Debo comunicarle que me ha sido transferido el mando absoluto. Su experimento va a ser bombardeado de un momento a otro por un rayo isotrónico.

El compromiso: ¿Cómo se atreve sin haberlo adquirido?

Pd: Advertencia a la población civil;

-A partir del bombardeo de partículas isotrónicas observarán en su conducta, risas incontroladas y compromiso veraz y comprobable.Vayan buscándose otro trabajo.

El mando.

Justificación del bombardeo:

jajajajajajajajajajaja........”
Genherhal Torrijonsky

2 – La soledad

La soledad es como una celda en la que estamos encerrados. Damos vueltas y vueltas buscando una salida, una grieta, fantaseando acerca de túneles inviables, hasta que un día nos damos cuenta de que los muros, en realidad, son de cartón-piedra.

3 – Basta ya de matar niños

Queda planteado el título, y la idea, para su posterior elaboración:
¿Por qué me atraen tanto las personas que han vivido, que tienen sus experiencias y han madurado, pero que conservan casi intacta su inocencia? Quizá porque la inocencia es mágica, pues nos permite descubrir el mundo a cada instante. En los niños, esa inocencia es quizá demasiado obvia, en cualquier caso no tiene mayor mérito. Sin embargo, con tantas cosas que nos empujan a matar al niño que fuimos, sí es meritorio dejar que sobreviva.
(Por cierto: el infanticidio está muy mal: ¡basta ya de matar niños!)

Agradecimientos

A los lectores que me han escrito la mitad de la entrega de hoy. A la persona que me ha inspirado los puntos 2 y 3.

Nadie me hace caso

A mí nunca me ha hecho caso nadie. Debe de ser cosa de la falta de don de gentes o de personalidad, pero la cosa es que los demás siempre me ignoran. Jamás he sido capaz de mantener la atención de un interlocutor.
Las ocasiones en las que he pasado totalmente desapercibido son incontables. Todavía recuerdo el día en que regresé al hogar tras las vacaciones veraniegas y me encontré con que unos ladrones me estaban desvalijando. Yo gritaba:
- ¡Voy a llamar a la policia!
Ellos seguían sin inmutarse.
Y yo llamando a la policía.
Y la policía que decía:
- ¿Sí? ¿Diga? ¿Hay alguien ahí?
- ¡Sí, soy yo! ¡escuche! ¡que me están desvalijando!- contestaba yo dándole golpes al teléfono para hacerlo funcionar. – ¡Parad ya, coño! – me dirigía hacía los descarados ladrones.

Aquello fue muy humillante. Y costoso, el hecho de reponer todos los enseres que me fueron robados resultó costosísimo, ya que ni que decir tiene que los del seguro no me hicieron ningún caso.
Por cierto, el típico chiste del hombre anodino que va al psicólogo y le dice:
- “Doctor, nadie me hace caso.
A lo que el doctor contesta:
- Perdone, ¿ha dicho usted algo?”
Está basado en mí. ¡En serio!

Es algo que siempre he tenido asumido. Hasta el momento, mis pasos por este mundo han sido bastante invisibles; es decir, soy de los que pasan sin pena ni gloria.
Pero desde hace una semana mi vida ha dado un giro de 180º. Todo ha cambiado por completo desde que me compré a Sultan.
El dependiente, una vez apreció mi presencia en su establecimiento, me dijo que Sultán había sido entrenado para obedecer al que fuera su amo. ¡Y así es! Yo le digo a Sultán:
- Sultán, mueve la colita.
Y Sultán mueve la colita para mí (ojo, su colita, no la mía).
Si le digo:
- Sultán, ladra.
Y Sultán ladra.
Cuando lo llevo a pasear y regresamos los dos cansados, le digo que saque la lengua para respirar mejor ¡y él lo hace!
Bueno, lo mejor de todo es cuando le tiro un palo o una pelota y él casi siempre sale corriendo a por ella para traérmela de vuelta.
Por fin siento que alguien me tiene en cuenta. Es más, yo creo que desde que Sultán llegó a mi vida, los demás están empezando a considerarme un poco.
Al fin me siento querido, escuchado, ¡siento que existo! En definitiva, me siento vivo.
Anteayer pasé por la tienda de animales y entré para darle las gracias al dependiente, pero él me contestó:
- ¿Usted quién es? Perdone, pero no le conozco de nada.
En fin, yo estoy aquí, sentando en mi jardín, feliz, jugando con Sultán. Ahora mismo le he tirado una pelota con tanta intensidad, que Sultán ha tenido que saltar la verja para poderla atrapar. Es que es tan obediente y me hace tanto caso…
- ¡Sultán! ¿Dónde vas? ¡Sultán, vuelve!, ¡vuelveeeeeeeee!

Entre rocas

Entre rocas Elena 98.
Grafito sobre papel.
30 x 24 cm
MAR ADENTRO (de Ramón Sampedro).
"Mar adentro, mar adentro,
y en la ingravidez del fondo
donde se cumplen los sueños,
se juntan dos voluntades
para cumplir un deseo.

Un beso enciende la vida
con un relámpago y un trueno,
y en una metamorfosis
mi cuerpo no es ya mi cuerpo;
es como penetrar al centro del universo:

El abrazo más pueril,
y el más puro de los besos,
hasta vernos reducidos
en un único deseo:

Tu mirada y mi mirada
como un eco repitiendo, sin palabras:
más adentro, más adentro,
hasta el más allá del todo
por la sangre y por los huesos.

Pero me despierto siempre
y siempre quiero estar muerto
para seguir con mi boca
enredada en tus cabellos".


Ramón Sampedro

Herida abierta

Herida abierta Elena 98
(Boceto).

(Ésto lo escribí con 18 años, como acompañamiento para un cuadro de la misma temática... Es un poco fuerte para mí el colgarlo aquí.).

Por qué, por qué, por qué.
Una persona tiene una flor, a la que quiere, sólo que todavía no lo sabe, no se ha dado cuenta, así que no la cuida, no la trata bien, no le habla, ni tan siquiera la riga. No le importa una mierda, eso dice, eso cree, pero todo es pura apariencia... No quiere dejar surgir, no pretende que salgan a la luz sus verdaderos sentimientos.
La guarda por obligación, por compromiso, adjudicación.
La maltrata, se enfada con ella, pero llega un día en que, por diversas circunstancias, la flor se marchita. Es entonces cuando se da cuenta de todo lo que ha perdido, de que la flor ya no volverá. Es imposible, inútil deseo.
Piensa que quizás la podrá sustituir por otras cosas, pero no, nunca será lo mismo, nunca la misma flor.
Se arrepiente de no haberla tratado mejor. Siente rabia por no haber reaccionado a tiempo. Quisiera una segunta oportunidad, pero ya es tarde, ya es imposible.
Si hubiera una manera de hacerla resucitar, si hubiera forma de volver atrás...
Lamentaciones.
Protestabas porque tú no la habías escogido, te la habían adjudicado. Ahora quisieras que te la adjudicaran de nuevo.
La flor se suponía duradera, para siempre. Existía todo el tiempo del mundo, pero no. ¿Quién iba a decir que duraría tan poco?
La flor no era perfecta, pero ¿quién lo es?
Maldito destino, maldito reloj que se ha parado.
Tuvo tiempo y lo desaprovechó.
Quiso reconciliarse, pero le aconsejaron que no lo hiciera. Hizo caso. Pura cobardía, si no se hubiera echado atrás...
Maldito destino, maldito reloj que se paró a las dos.
¿Por qué mi flor?, ¿por qué nuestra flor?
Su madre llora, su hermana llora, todos lloran, ella llora.
A las dos, a las dos se paró el reloj, ese bonito reloj que la madre guarda en un impecable pañuelo de encaje, en el cajón de su escritorio.

Por los pelos.

"(...)
D.Pedro ¡Matadle!
d. Juan ¿Quién os engaña?
Resuelto en morir estoy,
porque caballero soy
del Embajador de España. (...)"

__Tirso de Molina en "El burlador de Sevilla"__

Raquel se encuentra en su habitación, fumando sustancias adulteradas. De repente, entra su madre sin avisar, la muchacha comienza a hacer aspavientos con los brazos, pretendiendo así que la humareda salga por la ventana...

Madre: ¡Qué olor tan extraño Raquel!
¡Y procede de tu cuarto!
Raquel: Pues yo sólo huelo a gel,
si es que me duché hace un rato.
Madre: ¿Y qué es toda esa humareda?
Raquel: Ehh, nada, que he quemado incienso.
Madre: Vaya incienso que marea,
esto es sospechoso pienso.
Raquel: De eso nada mi madre,
por Dios, vaya usted tranquila
Madre: Sí, pero no te desmadres
Raquel: Que no, y tómese una tila
Madre: Oye, ¿por qué hablamos así?
Raquel: No sé usted, yo estoy fumada.

¿Me estás cargando?

¿Me estás cargando?
Esa expresión utilizan los argentinos cuando piensan que alguien pretende tocarles las narices o simplemente chinchar; cuando piensan que su interlocutor intenta sacarles de sus casillas. Al menos yo lo entiendo así, ya que nunca viví en Argentina y, para serles sincera, no conozco a demasiadas personas procedentes de aquellas tierras. Pero me estoy aficionando a su cine, con lo que me resulta difícil el hecho de pasar por alto ciertas expresiones, palabras, actitudes, etc., que me puedan resultar curiosas. Por ejemplo: ¿son tan maduros los niños argentinos como aquéllos que aparecen en sus películas? ¿ o acaso el acento influye en dicha impresión de madurez adelantada?
Si es que hasta me da por pensar, que si algún día tengo descendencia, desearía que ésta fuera argentina, al menos durante su niñez.

El otro día tuve el gustazo de ver la película “El sueño de Valentín”. Ese niño gafotas que vivía en la década de los 60 y quería ser astronauta (qué cosas), hasta que las vicisitudes de la vida le hacen cambiar de opinión (¿cuándo se vio un astronauta argentino en la época de los 60?) y decide que lo que en realidad quiere ser de mayor es escritor, en fin, como tantas otras personas…
Porque parece ser que se está poniendo de moda lo de querer ser escritor. El mensaje de Billy Elliot nos llegó como cambiado; ¿quiero bailar? ¡Nooo! ¡Quiero escribir!
Pero la vocación de escritor no suele ser algo que surja en la más tierna infancia; pregúntenle a cualquier niño: “ ¿qué quieres ser de mayor, chiquitín?.“
Les responderá: “dentista, bombero, futbolista”, incluso “periodista para casarme con un príncipe”, pero señores, pocos niños se encontrarán que les digan: “de mayor quiero ser escritor”.
Pues bien, la vocación de poeta, novelista, redactor, etc., es algo que parece va dando la edad. Probablemente surge a la vez que algunos van descubriendo que a las mujeres nos enamoran los poemas y las bellas palabras (es decir, para ligar), o en el momento en que se ha leído ya a varios autores, y uno/a, termina por querer parecerse a aquéllos cuyas palabras tanto admiró. También está el caso de los que simplemente necesitan expresarse o desahogarse, y encuentran en la palabra escrita un buen medio para semejante fin.
Si me preguntaran a mí, no, yo no quiero ser escritor/a , pero escribo si me da la gana (cualquiera me replica tras esto). No creo que exista manera mejor para el desahogo.
Cuando uno/a está rabioso o triste, melancólico o pletórico, uno/a recurre a los gritos (sean en abierto o en el silencio), a las metáforas, a las solicitudes de apoyo por parte de otros.
Pongamos que alguien le insulta descarada e impresentablemente, por ejemplo, llamándole “retrasado/a mental” o simplemente deseándole la muerte, y todo ello de manera gratuíta. Sin duda ese alguien le estará cargando…La cosa empeorará si encima dicha persona atenta contra la facilidad de palabra de usted, burlándose de su retórica. Ante tales casos, en mi opinión siempre resulta mucho más adecuado el hecho de responder con una fina ironía a tiempo, que no a base de palabrotas lanzadas cual cuchillos a diestro y siniestro. Porque por supuesto que es más fácil decir: “hijo de la grandísima Puta, ahora sí me has cargado, por ahí te pudras”. Pero resulta muchísimo más exquisito, a la par que educado, respirar bien hondo, camuflar tus sentimientos y expresarte tal que así: “No, no encuentro que éste sea el momento de entrar en un duelo dialéctico con usted, aunque su facilidad de palabra, así como su impecable demostración del buen uso del castellano, hacen que su indirecta invitación me resulte de lo más tentadora y difícil de rechazar.
¿Nos estaríamos desahogando en ese caso? Por supuesto.
¿Demostramos elegancia? Siempre.
¿Pretendemos molestar? ¡Por supuesto que no!, pero como todos ustedes comprenderán, por algún lado hay que sacar la MIERDA.

A corazón abierto

A corazón abierto A CORAZÓN ABIERTO

Enfrentado al temporal, con esperanza,
me hago a la mar arrastrado por el viento,
y en mi pecho brota un nuevo sentimiento
mientras sale el sol y llega la bonanza.

He limpiado de ruindaz mi corazón,
he purificado las cloacas de mi alma,
he alejado la tormenta y veo la calma
en la oscura noche de la sinrazón.

Remolino turbador que arrebatabas
a mi vida la razón de su alegría,
perturbando en el Edén su sonfonía,
mientras vengador y cruel te recreabas.

No claudicaré al chantaje del dolor,
ni oiré campanas de triunfo enloquecido,
y en mi roto corazón, triste y herido,
no tendrá lugar el odio vengador.

Yo quisiera vivir amándote, vida.
Y morir de amor: así quiero morir,
si me dejaras contigo compartir
el doble placer de hacerte mi querida.

¿Qué vale la vida si en penumbra vives
en el pozo ciego de la incomprensión,
si se oculta la impudicia y la traición
en el pan envenenado que recibes?

Prefiero ser libre, náufrago y sediento,
perdido en la mar sin norte ni destino,
que vivir seguro amarrado en el puerto
en las aguas sucias de mi desatino.
Cayetano Bretones

"Érase Quesera" I

"Érase Quesera" I (Lo voy a pegar por capítulos, para que no se haga tan larga la lectura).
Érase Quesera, una fantasiosa y alegre niña de siete años que siempre quería jugar.
Quesera disfrutaba de una infancia feliz, junto a sus padres y la bella Toni.
Toni era la hermana mayor de Quesera, tenía 16 años y siempre había sido la muchacha más hermosa del pueblo (Rindormo). Tanto Quesera como Toni se caracterizaban, entre otras cosas, por poseer un nombre poco convencional. En el caso de Toni, la cuestión estaba clara, sus padres le habían puesto Antoñita como la abuela, y como a la hora de la verdad no resultaba demasiado agradable ni moderno, la llamaban Toni. Siempre había algún listo que le decía: - Pero ese es nombre de chico.- Cosa que a Toni le encantaba. Quesera ya era otro tema; en el colegio siempre estaban haciendo bromitas con su nombre, que si vendía o hacía queso, que si de mayor sería la mujer del quesero, etc… Pero Quesera tenía tanto sentido del humor, que disfrutaba de las bromas realizadas a costa de su peculiar nombre, riéndose junto a sus compañeros. Pero claro, eso resultaba más fácil cuando una sabía que la habían llamado así porque sus padres adoraban el mundo de los cuentos, y Quesera, era una palabra que salía en casi todos los cuentos.
Un buen día se mudaron a un pueblo vecino, “Ansarme del Tuérnamo”, ya que los padres de Quesera habían comprado una casa mejor y más grande.
La llegada a la nueva casa estuvo muy bien, a Quesera le encantó en seguida, por primera vez disfrutaría de una habitación para ella sola, en una casita con escaleras (siempre le habían impresionado las escaleras). En cuanto a los alrededores, eran frondosos, llenos de árboles, arbustos, plantas, flores… Sin duda aquello se asemejaba a la idea que la niña tenía del paraíso (a pesar de que el verde de las plantas era como demasiado claro.
Toni, por su parte, no se encontraba tan emocionada con la llegada al nuevo hogar. Sin duda su mente aún estaba con todos aquellos pretendientes que habían acudido a despedirla llorando desconsoladamente (a Quesera ya nunca se le olvidaría la cómica imagen de tanta varonil plañidera, berreando mientras el coche de la familia se alejaba).
Como la zona parecía tranquila, Quesera no tuvo dificultades con que la dejaran salir a inspeccionar el terreno. En una casa cercana descubrió a un apuesto joven de 16 años que le dijo que era el jardinero, que se llamaba Jaime y, aunque parecía muy ocupado, fue muy agradable con ella. Quesera vio algo en él que no habría sabido explicar, pero en seguida supo que no sólo quería, sino que conseguiría hacerse amiga de él, costara lo que costase.
El paseo resultó de lo más productivo, todavía le dio tiempo a conocer a dos o tres personas más, cuando decidió volver a su casa y descansar de tantas emociones.
Los días iban transcurriendo mientras sus padres trabajaban, Quesera iba al colegio, y Toni siempre andaba fuera.
Quesera en seguida hizo amistades en la nueva escuela, donde lo solía pasar bien y aprendía bastante. Se llevaba bien con María, la cual presumía de ser “Ninfómana”, pero Quesera siempre sospechó que al igual que ella, su amiga ni siquiera conocía el significado de tal palabra. El día que se decidió a buscarlo en el diccionario, definitivamente verificó que María no tenía ni idea, que tal vez creyera que la cosa tenía relación con las Ninfas del bosque.
También hizo buenas migas con Clara (una chica muy guapa que era hija del alcalde) y con Juan (el pobre era tartamudo, pero muy buen chico). Sin embargo, Quesera siempre estaba con Perchén, un niño de cinco años muy gracioso que siempre la hacía reir (todos querían a Perchén, que no tenía padres y vivía con sus tíos. Quesera sospechaba que el niño era superdotado).
Pese a que Quesera todavía no tenía ningún interés especial por el sexo opuesto, a veces pensaba que pudiera sentir algo por Perchén, que tanto la hacía disfrutar con su compañía, hasta que bajaba de las nubes y se decía a sí misma: “Pero Quesera, espabila, ¡si sólo es un crío!" sonreía, y se volvía a olvidar de todas esas tonterías de mayores."
(Continuará...)

Alguna vez...

Alguna vez... ¿Alguna vez soñaste
con arracarle un pelo de la barba a Papa Noel,
despertar en un jardín mojado
o bailar bajo la lluvia a lo Gene Kelly?

¿Alguna vez soñaste
que no tenías nada y eras feliz,
porque menos necesitabas?,
¿que no tenías miedo,
y eso te hacía vulnerable?

¿Alguna vez quisiste ser un ángel
hasta descubrir que los buenos son tomados por tontos
y tarde o temprano terminan mal?

¿Alguna vez soñaste que eras libre
y al desligarte de toda atadura
te quedabas sin nadie a quien amar?

¿Alguna vez soñaste vida?
¿Alguna vez viviste un sueño?

Desde mi ventana

Desde mi ventana Elena 98.
Óleo sobre tabla
130 x 80 cm

Hay ventanas fijas
y ventanas móviles
desde las fijas observas atardecer,
las personas pasar
disfrutas del ver sin ser visto
un gran paisaje unas veces
contaminación y ruidos otras...
Desde las ventanas móviles,
desde las móviles puedes ir más allá,
caminas, plantas la ventana en el punto a observar
y te deleitas con el panorama
poco importa si te observan, ¿no?
En ocasiones, hasta puede ocurrir
que te encuentres con una toalla atada a la rama de un árbol desnudo.

Stuffen (improvisando a las tantas).

Desde mi ventana

Desde mi ventana Elena 98.
Óleo sobre tabla
130 x 80 cm

Hay ventanas fijas
y ventanas móviles
desde las fijas observas atardecer,
las personas pasar
disfrutas del ver sin ser visto
un gran paisaje unas veces
contaminación y ruidos otras...
Desde las ventanas móviles,
desde las móviles puedes ir más allá,
caminas, plantas la ventana en el punto a observar
y te deleitas con el panorama
poco importa si te observan, ¿no?
En ocasiones, hasta puede ocurrir
que te encuentres con una toalla atada a la rama de un árbol desnudo.

Stuffen (improvisando a las tantas).